Cuando la hipoteca implica ir de compras
Más del 40 % de las
hipotecas obligan a comprar… ¿es conveniente aceptarlo?
A menudo, la aceptación de ciertos productos vinculados hace que las entidades
bancarias ofrezcan hipotecas con intereses más bajos. Esta oferta, que en principio puede resultar
atractiva para el cliente al conseguir financiar su casa a un precio menor, no
siempre tiene por qué ser beneficiosa, ni siquiera si el producto que nos
ofrecen nos es tan familiar como una tarjeta de crédito o débito, requisito
indispensable para conseguir el mejor precio en el 41,38 % de las hipotecas del
mercado, según un estudio realizado por el comparador HelpMyCash.com. ¿Pero
conviene aceptarlas?
Las tarjetas vinculadas
a las hipotecas tienen un uso mínimo
Lo primero que debemos tener claro
es que aceptar una tarjeta como producto vinculado no implica que la podamos dejar olvidada en el fondo de nuestra
cartera, sino que deberemos hacer un uso mínimo, bien sea cumpliendo con
una cantidad determinada de movimientos o gastando un importe mínimo. Es decir,
aceptar esta vinculación nos obliga, en cierto modo a comprar.
Si el requisito que pide la tarjeta
es de un número de usos mínimo, no debe preocuparnos en exceso en el caso de
que seamos usuarios habituales de este método de pago y usemos tarjetas para
hacer la compra, repostar el coche o pagar una cena en fechas especiales. Y es
que, normalmente, se pide uno o dos usos
con la tarjeta al mes, o incluso menos.
Sin embargo, si tenemos que hacer un gasto mínimo la cosa se puede complicar más:
algunas tarjetas piden gastar hasta 3.600 euros anuales, lo que se traduce
en 360 euros al mes, una cantidad que para algunos puede ser asumible, pero que
a otros se les puede escapar de su gasto habitual y de su presupuesto.
Activar y mantener estos productos puede conllevar una serie de gastos
Otro aspecto que hay que tener
presente es que aceptar tener tarjetas
de crédito o débito conlleva una serie de gastos asociados y, normalmente,
requieren la apertura y mantenimiento de una cuenta, aunque este aspecto no es
tan fundamental, puesto que para que nos den la hipoteca en un banco deberemos
abrirnos una cuenta.
Lo que sí que debemos tener claro
es la cantidad de comisiones que nos
cobrarán por hacer determinadas operaciones como sacar dinero en cajeros de
otras entidades o solicitar un duplicado. Además, es probable que por darnos la
tarjeta se nos haga pagar una comisión de emisión y otra de mantenimiento por
tenerla durante todo el tiempo que dure la hipoteca.
Entonces, ¿merece la
pena vincularlas a nuestra hipoteca?
Como vemos son muchos los aspectos
que pueden provocar que seamos reticentes a aceptar tarjetas de crédito o
débito vinculadas a nuestra hipoteca. Sin embargo, el beneficio también puede
ser interesante: según el estudio de HelpMyCash.com, la bonificación que obtengamos en nuestro interés puede ser de entre el
0,10 % y el 0,50 % (este último para casos en los que se requiere aceptar
dos tarjetas).
Por ejemplo, para una hipoteca de 100.000 euros a 20 años con
un interés fijo del 2,50 % bonificado con un 0,20 % por aceptar una tarjeta
de crédito, pagaríamos una cuota mensual de 520,70 euros (124.967 euros al
final de la hipoteca). Sin esa bonificación, la cuota ascendería a 530,39 euros
mensuales (127.294 euros en total). Así pues, aceptando la tarjeta nos
ahorraríamos 10 euros cada mes y más de 2.300 euros al final en concepto de
intereses, por lo que a largo plazo es
una opción a tener en cuenta si ya somos usuarios habituales de estos productos
y si los plásticos son gratis.
Si por el contrario no solemos usar
tarjetas para realizar nuestras compras, el gasto extra que deberemos hacer
para cumplir con los requisitos de vinculación y que no nos suban el interés
puede ser demasiado alto para nosotros. En ese caso, puede ser conveniente no aceptar la tarjeta u optar por hipotecas que
no tengan este requisito de vinculación, como la Hipoteca Naranja de ING,
la Hipoteca variable de Coinc o la Hipoteca Open de Openbank.