Aplazar el pago de un préstamos cómodo pero caro
Aplazar el pago de un préstamo, una
opción tan cómoda como cara
Conceder más créditos al consumo es uno de los objetivos de
las entidades bancarias españolas, pues con estos productos pueden obtener una
alta rentabilidad en un plazo no demasiado largo. Para alcanzar dicha meta, nuestros bancos han mejorado considerablemente
las condiciones de sus préstamos personales: importes más altos, intereses más
reducidos y, sobre todo, mayor flexibilidad de devolución. En ese sentido,
varias entidades permiten que los titulares de sus créditos no tengan que pagar
el coste de las mensualidades durante un tiempo o, dicho en términos técnicos, les dan la opción de disfrutar de un
período de carencia.
Como apuntan desde el comparador financiero HelpMyCash.com, contratar un préstamo que incorpore un período de carencia
total o parcial puede ser muy cómodo, pues durante los primeros meses de vida
del producto no será necesario abonar una parte o la totalidad del importe de
las cuotas. Sin embargo, esa comodidad
puede salir cara, especialmente si el tiempo en el que se aplica la
carencia se alarga innecesariamente.
La carencia
de los créditos puede ser un arma de doble filo
Para comprender cuáles son los pros y los contras de
contratar un crédito con carencia, primero hay que tener claro cómo funciona
esta característica. Disfrutar de un período de carencia significa,
básicamente, que durante un tiempo determinado no tendremos que pagar
mensualidades (carencia total) o que solo deberemos abonar la parte
correspondiente a los intereses devengados (carencia parcial o de capital). Por
tanto, nos puede resultar muy útil si
hemos utilizado una parte de nuestros ahorros para cubrir el coste de un
proyecto y no disponemos de mucho capital para efectuar los primeros pagos
del préstamo.
Actualmente, los
préstamos que incorporan un período de carencia son, sobre todo, los destinados
a los universitarios. Los estudiantes que contratan estos productos no se
tienen que preocupar por pagar las cuotas mientras están cursando sus carreras
o postgrados, lo que les supone una gran ventaja, pues muchos de ellos no
trabajan y, por lo tanto, no disponen de ingresos con los que abonar las
mensualidades. Asimismo, los créditos
para negocios con poco tiempo de vida también suelen incluir un período de
carencia para que el empresario o el autónomo pueda aplazar el reembolso
hasta que tenga un nivel de ingresos adecuado.
Como vemos, contratar
un crédito con carencia puede ser muy útil en ciertos casos, pero también
supone un coste adicional, tal y como mostramos con el siguiente ejemplo:
imaginemos que nos conceden un préstamo de 10.000 euros a 60 meses con un
interés del 8 % TIN. Si optamos por no pagar nada durante el primer año
(carencia total), tendremos que reembolsar un total de 12.690,86 euros, mientras
que si devolvemos el préstamo en 60 mensualidades, deberemos abonar un total de
12.165,92 euros, es decir, 524,94 euros menos. Por eso, solo es aconsejable que pidamos un período de carencia si realmente no
podemos hacer frente a las primeras mensualidades.
¿Se puede
aplazar el pago de una sola mensualidad?
Solicitar un préstamo con carencia, sin embargo, no es el
único modo de cambiar la cantidad de dinero a pagar cada mes. Algunas entidades, por ejemplo, nos
permiten aplazar puntualmente el abono de una mensualidad si cualquier
imprevisto nos impide pagar la cuota a tiempo. Es el caso de Cofidis, que
incorpora un servicio de aplazamiento gratuito (Servicio Comodín) en todos sus
productos y, también, en el Crédito Proyecto, un préstamo
de hasta 15.000 euros con uno de los intereses más bajos del mercado: solo
desde el 4,95 % TIN (5,06 % TAE).